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Hoy es: 

Participación del secretario de Educación Pública, Otto Granados Roldán, en la 204º sesion del conse


Señor presidente del Consejo Ejecutivo,

Señora directora general,

Excelencias,

Estimados colegas,

En nombre del Gobierno de México, saludo en primer término a la señora Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, y le expreso nuevamente el apoyo de mi país a su gestión. Confiamos en que bajo su conducción, la UNESCO dará renovado impulso a sus valores originales y fortalecerá el tejido espiritual que proveen la educación, la ciencia y la cultura para vivir en un mundo mejor.

El siglo XXI presenta a la comunidad internacional nuevos desafíos, nuevas oportunidades, nuevos riesgos. Los innegables progresos en el campo de la ciencia, la educación, la innovación y el desarrollo tecnológico, conviven, sin embargo, con el resurgimiento de nacionalismos exacerbados, fanatismos de toda clase y manifestaciones variadas de odio, inequidad y exclusión social.

Por ello, respaldar la acción de la UNESCO, a través de la cooperación multilateral, la comunicación y la confianza, significa robustecer los fundamentos esenciales de libertad, respeto y civilidad que sostienen, que le dan cierta racionalidad a un mundo que en ocasiones parece carente de aquellos elementos básicos que lo cohesionan y unen.

Tal como se estableció en los Objetivos de Desarrollo del Milenio y en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, México, uno de los diez sistemas educativos más grandes del mundo, ha emprendido, con el liderazgo del Presidente Peña Nieto, la reforma más ambiciosa en las últimas cinco décadas

Si el gran logro del siglo XX fue por una cobertura universal en la educación básica, ahora la gran batalla del siglo XXI es por la calidad con equidad e inclusión.

Una educación de calidad pretende sobre todo mejorar los aprendizajes de los estudiantes e impulsar su movilidad social y económica. Y para ello exige tener maestros profesionales y mucho más preparados; ofrecer mejores contenidos; contar con mejores y más modernos espacios físicos y materiales didácticos pertinentes; enseñar en la diversidad y el respeto absoluto a quienes ven y viven el mundo de manera distinta y diversa. Formar, en suma, a un genuino ciudadano del mundo que sea “un cúmulo de flujos y corrientes” (E. W. Said).

Como Secretario de Educación de mi país celebro que, a cinco años de iniciada la reforma educativa, México avanza de manera firme hacia esos objetivos.

Tan solo el año pasado, 626 mil maestros fueron capacitados en diversas disciplinas curriculares y pedagógicas y este año llegaremos a un millón 200 mil. Estamos invirtiendo cerca de 4 millones de dólares diarios para mejorar la infraestructura de 33 mil escuelas en las que estudian 6 millones de alumnos, principalmente en las regiones de mayor rezago y comunidades indígenas. Casi 190 mil maestros han sido contratados o ascendidos mediante evaluaciones y concursos basados en el mérito. La tasa de analfabetismo bajó de más de 6% a casi 4% por ciento en estos años. Y en agosto próximo pondremos en marcha el Nuevo Modelo Educativo con nuevos planes y programas centrados en los aprendizajes claves y nuevos libros de texto gratuitos, dentro de los que se incluyen, por primera vez de manera sistemática y como parte del nuevo currículo, libros en 22 lenguas indígenas que favorecen el multiculturalismo y la inclusión.

La Reforma apunta a una educación para la libertad, la razón, la justicia y el bienestar de las personas. Queremos que nuestros niños y jóvenes alcancen su máximo potencial para alcanzar un mejor nivel de vida. Deseamos que sigan con éxito su trayectoria académica, profesional y personal, y sean actores comprometidos con el desarrollo de su entorno local, nacional y global.

En México, como en todo el mundo, las reformas educativas requieren convertirse en una política de Estado. Necesitan el tiempo y el apoyo sostenido, decidido y responsable de los principales actores públicos y privados. Exigen ser defendidas ante la mezquindad de los intereses políticos o electorales. En su continuidad, está depositada la esperanza de millones de mexicanos. De ciudadanos formados en el respeto a la diferencia, en las pertenencias múltiples, en identidades distintas, en el aprecio por la convivencia civilizada entre culturas, etnias o creencias variados.

Y en la defensa de estos valores, México y la UNESCO, hoy como ayer, estarán más unidos que nunca.


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